Fiel a su estilo, el Atlético de Madrid parece el vagón de una montaña rusa al que, durante el último mes, le ha tocado coger carrerilla. Ese impulso se lo ha dado el ‘Cholo’ Simeone, que ha conseguido algo que parecía imposible: que el Atlético de Madrid sea un equipo sólido.
Los resultados desde su llegada le avalan: 10 puntos de 12 posibles. 3 victorias y un empate, habiendo jugado tres de esos cuatro partidos fuera de casa, en campos complicados como El Reyno de Navarra, Anoeta y La Rosaleda. Cuatro partidos en los que el Atlético ha anotado 8 goles y encajado, atención ¡¡0!! ¿Cómo es posible? Hace un mes coqueteaban con el descenso y les pintaba la cara el Albacete, de Segunda B. Un mes después, se colocan a tan sólo 2 puntos de la Liga de Campeones.
Es evidente que la naturaleza del ‘Cholo’ es el factor diferencial. La intensidad que ha traido a este equipo se evidencia no sólo en los partidos, sino en los entrenamientos. El Atlético lucha cada encuentro desde el primer al último minuto, y los saca adelante. Transmite seguridad defensiva, pelea y trabaja, hace gala de un gran orden táctico y aprovecha la calidad de sus delanteros para transformar alguna jugada en gol.
El ‘Cholo’ desde el primer día no ha querido engañar a nadie. No ha venido aquí a maravillar con su fútbol, sino a ganar partidos. Si además se juega bien, fantástico, pero no sacrificará ni ún sólo punto por una floritura. La única pregunta es, ¿por qué no tenía esta intensidad el Atlético de Manzano? ¿Desmotivación de los jugadores? ¿Incapacidad de Manzano para transmitirla? Es como si antes los futbolistas no se sintieran en la obligación de vaciarse en cada partido, algo que un hombre del carácter de Simeone estaba claro que no iba a permitir.
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